La comunicación interna no solo ocurre cuando nos hablamos a nosotros mismos o los pensamientos que tenemos hacia nuestra persona.
Para mí, la forma más divertida de comunicarme con mi mente inconsciente es a través de los sueños.
No siempre tenemos todos nuestros conocimientos a mano ni de una forma organizada y simple.
Todos soñamos, pero dependiendo de tu tipo y calidad de sueño y de la fase del mismo en el que te despiertes, recordarás esos sueños o no.
Durante la noche, procesamos e integramos la información que recibimos y las historias oníricas suelen aportar valiosos datos que podemos utilizar en nuestra vida.
Recuerdo casi siempre mis sueños, y algunos han tenido un verdadero impacto sobre mí.
Nuestra mente tiene un lenguaje muy particular y ese lenguaje se expresa a través de símbolos.
Cada persona debe interpretar sus propios sueños, porque lo que para una persona puede representar, por ejemplo, una rata, para otra puede significar algo muy distinto.
Te voy a poner un ejemplo de cómo interpreto los sueños contándote el que tuve anoche mismo:
“Yo regentaba un hotel. Un hotel grande y de extraña arquitectura, ubicado en un lugar entre las montañas y bosques.
De pronto, se producía una invasión de monstruos alados. Seres de diferente morfología: algunos con partes de aspecto humano, otros parecían animales y otros eran como sombras de viento.
Comenzaron a atacarnos: a la familia, a los huéspedes, a mí…
Muchas personas fueron heridas por ellos.
Como en ese momento yo estaba en el bufet del desayuno, les ofrecí temerosa lo que tenía en la mano. El monstruo que venía a por mí se llevó la comida. Cuando se dio cuenta de que era pan, lo tiró al suelo y volvió hacia mí. Entonces yo tomé un pastel de la mesa y se lo di. En ese caso si se dio la vuelta y se marchó.
Entendí que la única forma de deshacernos de ellos era dándoles de comer algo dulce.
Comencé a decirles a cada una de las personas lo que había que hacer. Algunas me hacían caso, pero muchas huían y eran atacadas por el camino, otras desoían mi consejo y se comían ellos mismos la comida.
Recuerdo recorrer las instalaciones de ese especial hotel comunicando mi descubrimiento. Sabiendo que yo no sería devorada por esos seres, pero con congoja por los ataques que veía en aquellos que no quisieron escucharme.”
¿Y cuál es mi interpretación?
Este hotel era un lugar de vacaciones, un lugar al que vas a descansar y desconectar y en el que estás de paso. Los clientes eran mis huéspedes, y de alguna forma eso me parece que guarda relación con los clientes de mis cursos, de mis libros o charlas. Los acojo y de alguna forma, siento responsabilidad hacia ellos.
La ubicación en la naturaleza me encantaba, estaba en el lugar que más me gusta estar, y eso me hace pensar que me encuentro en mi sitio con mi trabajo.
La arquitectura era extraña, rara, llena de recovecos y ¡será que me veo así!
El lugar era blanco y encalado. Eso me hace sentir bien.
¿Los monstruos alados? Creo que, al venir del cielo, representan los miedos de la mente. Si hubieran sido terrestres podrían haber simbolizado algo físico, terrenal y si hubieran sido acuáticos, podrían haber pertenecido al mundo emocional, ya que el agua suele representar el mundo de las emociones.
Entiendo que el descubrimiento que hice en el sueño, es que los miedos mentales desaparecen alimentando la mente con dulzura. Nutriéndola con pensamientos amables, simbolizados en este caso con dulces.
No es que sea una información nueva para mí, pero disfruto al observar la sencillez y simplicidad en la que se resume su mensaje.
Y la tristeza y frustración que sentía cuando alguien no me hacía caso, es la que puedo sentir cuando veo que alguien se hace daño a sí mismo de forma innecesaria.
Pero, tanto en el sueño como en la vida real, nadie tiene por qué escucharme. Es más, viéndome desde fuera en el sueño, podría parecer una simple (¡y alocada!) dueña de hotel gritando: ¡Dadles de comer algo dulce y se irán!
Si no recuerdas tus sueños, también puedes comunicarte con la parte más profunda de tu mente ¿Cómo? A través de la creatividad; de entregarte plenamente a lo que estás haciendo; de escribir para ti mismo sin filtro todo aquello que pasa por tu cabeza…
A menudo me he descubierto sabiendo algo que no sabía que sabía.
No tiene por qué ocurrirte eso, pero es muy interesante saber qué pensamos, cuáles son nuestras creencias y la forma en la que organizamos ese flujo de conceptos.
Porque lo que te sirve para ti, nos sirve a todos.