Para muchas personas sí lo es. Y entienden que hay que buscar la perfección en todo aquello que hagan.
Pero, ¿sabías que, por ejemplo, decir en una entrevista de trabajo que eres perfeccionista va a restarte puntos, en lugar de sumarte?
Como siempre, las palabras son importantes porque hablan de conceptos concretos.
Tenemos muy arraigada la creencia de que es necesario esforzarse al máximo, que nunca es suficiente, que no hay descanso posible hasta que las cosas salgan como tú quieres. Pero… ¿qué es en realidad lo que quieres?
Quizá eres una persona detallista, responsable, alguien que quiere dar lo mejor de sí, pero la perfección es inalcanzable y por la tanto, es un imposible perseguirla.
Se sabe que las personas que se consideran perfeccionistas tienen tendencia a la frustración porque las cosas no pueden salirle lo bien que les gustaría.
También tardan más de lo normal en entregar un trabajo, porque lo revisan una y otra vez a la caza de la imperfección.
Suelen ser personas con alto grado de autoexigencia y esa gran presión a menudo se traduce en sentimientos de culpabilidad, por no haber hecho las cosas de forma impecable, o de inseguridad, pensando que los demás van notar ese defecto.
Todo esto se ve en la comunicación. Cuando alguien me dice que es muy perfeccionista, lo primero en lo que trabajo es en reducir su autoexigencia y le muestro lo que los demás buscan en su persona.
Nadie espera la perfección en ti cuando hables en público. Solo buscan sentir y comprender tu mensaje.
Si buscas la perfección, lo más probable es que encuentres, en lugar de ella, insatisfacción.
Una cosa es la búsqueda de la mejora. Ese propósito de una mejor versión nada en la serenidad y casi diría en el amor. Y otra muy distinta es la persecución del fallo que nace de la excesiva auto exigencia y se mueve en la inquietud y la inseguridad.
Ahora te pregunto, ¿te consideras perfeccionista o es otra definición la que te describe?